El tráfico es malo, el tráfico es bueno
La semana pasada, que fue bien corta por el feriado largo, llegué tarde a trabajar, la razón no fué que me levanté tarde, si no que había una congestión bastante gruesa en el camino (Evitamiento), producida por que una señora de 50+ años, había cruzado la pista a escazos 5 metros del puente peatonal, y la vida le había sido arrebatada por un vehículo de transporte de valores (un carro blindado).
Si bien la longitud necesaria para frenar un vehículo es directamente proporcional a la inercia del mismo (que depende de su masa), el verdadero tema de este post es introducirlos a las dos formas de ver este triste hecho, las que he experimentado mientras me encontraba inmerso en el tráfico.
La maldita costumbre de ser sapos:
Es que no hay solución a la vista, es parte de la idiosincracia del peruano promedio, el ser sapo. No basta con saber que hay un patrullero con todos sus efectivos resguardando un cuerpo cubierto con cualquier cosa - inclusive papel periódico - que no rebele su identidad en la pista, no, tienen que bajar la velocidad al pasar cerca, intentar ver algo de sangre en la pista, en el carro que atropelló, en lo que esté cubriendo al cuerpo.
La triste realidad es que somos simples títeres del morbo, y ésto se ve todos los días en los diarios (Ajá, Chuchi, El Men, 2x1, Trome, etc), todos hacen lo mismo, publicar morbo porque el morbo vende, atrae, hace plata entre tanto morboso suelto.
Si todo sigue así, faltarán más de 3 generaciones para que nuestro PdM se arregle (si es que esto es aún posible).
La bendita costumbre de mostrar respeto:
Todos los peruanos tenemos un don especial: el mostrar respeto por quien ha fallecido en la vía pública. Pareciera como si nos pusiéramos de acuerdo en formar una procesión instantánea y sin previo aviso, las demostraciones de silencio (que sumadas son más de un minuto por cada espectador acongojado) son totalmente espontáneas y usualmente los pocos irrespetuosos son los que pasan por la margen opuesta al lugar de la tragedia.
Un momento de reflexión impostergable, de aprender en cabeza ajena acerca de cómo no se deben hacer las cosas, de agradecer a quien se ha ido de este mundo, el habernos dado una lección que tardaremos en olvidar.
Si todo sigue así, entonces cada vez intentaremos ser más responsables y conscientes de lo que puede pasarnos en las vías públicas.
El día de hoy parece que también a alguien se le ocurrió darnos otra (inmerecida) lección, pero por alguna razón extraña, recordé lo ocurrido en la semana anterior y me propuse no postponer más este pequeño (aunque no menos miserable) artículo.
--
KIT
Si bien la longitud necesaria para frenar un vehículo es directamente proporcional a la inercia del mismo (que depende de su masa), el verdadero tema de este post es introducirlos a las dos formas de ver este triste hecho, las que he experimentado mientras me encontraba inmerso en el tráfico.
La maldita costumbre de ser sapos:
Es que no hay solución a la vista, es parte de la idiosincracia del peruano promedio, el ser sapo. No basta con saber que hay un patrullero con todos sus efectivos resguardando un cuerpo cubierto con cualquier cosa - inclusive papel periódico - que no rebele su identidad en la pista, no, tienen que bajar la velocidad al pasar cerca, intentar ver algo de sangre en la pista, en el carro que atropelló, en lo que esté cubriendo al cuerpo.
La triste realidad es que somos simples títeres del morbo, y ésto se ve todos los días en los diarios (Ajá, Chuchi, El Men, 2x1, Trome, etc), todos hacen lo mismo, publicar morbo porque el morbo vende, atrae, hace plata entre tanto morboso suelto.
Si todo sigue así, faltarán más de 3 generaciones para que nuestro PdM se arregle (si es que esto es aún posible).
La bendita costumbre de mostrar respeto:
Todos los peruanos tenemos un don especial: el mostrar respeto por quien ha fallecido en la vía pública. Pareciera como si nos pusiéramos de acuerdo en formar una procesión instantánea y sin previo aviso, las demostraciones de silencio (que sumadas son más de un minuto por cada espectador acongojado) son totalmente espontáneas y usualmente los pocos irrespetuosos son los que pasan por la margen opuesta al lugar de la tragedia.
Un momento de reflexión impostergable, de aprender en cabeza ajena acerca de cómo no se deben hacer las cosas, de agradecer a quien se ha ido de este mundo, el habernos dado una lección que tardaremos en olvidar.
Si todo sigue así, entonces cada vez intentaremos ser más responsables y conscientes de lo que puede pasarnos en las vías públicas.
El día de hoy parece que también a alguien se le ocurrió darnos otra (inmerecida) lección, pero por alguna razón extraña, recordé lo ocurrido en la semana anterior y me propuse no postponer más este pequeño (aunque no menos miserable) artículo.
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KIT
Etiquetas: Sarcasm
1 Comments:
Te olvidaste de la costumbre de usar frases altisonantes como "y la vida le había sido arrebatada por un vehículo" en vez de "y la habían atropellado". ;)
Fuera de bromas, lo que falta es respeto: Respeto por las normas más básicas de tránsito, por parte de la señora que cruzó por donde no debía (por algo se pone el puente); y respeto de los conductores hacia los otros al no pensar en que si van más lento demoran a los de atrás.
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